jueves, 13 de marzo de 2008

en bici por Amsterdam

El verano pasado, Lluc, David, César y yo, hicimos un viajecito por Ámsterdam. Estuvimos siete noches en un hotel cercano al Rijksmuseum (Museo Nacional), un poco lejos para ir andando al centro de la ciudad.



El viaje estuvo bien aunque acabamos hasta las narices de comer de supermercado porque no llevábamos mucho dinero. Quizás siete noches son demasiadas para ver Ámsterdam ya que la ciudad es bonita pero tampoco es que tenga muchas cosas interesantes que visitar, sin contar los cientos de coffeeshops que hay.

Un par de días alquilamos bicicletas para movernos por la ciudad y para hacer una escapadita al campo siguiendo el curso del río Amstel, algo muy recomendable. En Ámsterdam la bicicleta tiene prioridad por encima de cualquier otro vehículo. He visto un tranvía frenar para dar paso una bici, muy fuerte. Si en Ámsterdam no tienes bici, estas en el último peldaño de su sociedad. Primero la bici, luego el tranvía, luego el coche, luego las personas a pie holandesas, y por último los turistas pringados que no se enteran de la película. Ibas a cruzar una calle y tenias que estar pendiente de las bicis, los coches y el tranvía, un follón que te cagas. Y cuando oías el ring-ring de una bici, era "¡sálvese quien pueda, dios, me van a atropellar!", y pasaban zumbando por tu lado sin frenar. Conservo la imagen de un holandés, alto y rubio, en bici, hablando por el móvil, cruzando sin mirar por una vía con tranvía y coches, y como el resto de vehículos y personas se apartaba de su trayectoria como si tocarlo o interponerse en su camino fuera algo inmoral y penado por la ley. Si vais a Ámsterdam hacerme caso, alquilar una bici. De verdad que merece la pena, por la comodidad y seguridad.

Os dejo algunas fotos del viaje y un video de nosotros en bici por Ámsterdam.













miércoles, 12 de marzo de 2008

pero vivir...

Por aquí, en Valencia, el sol empieza a calentar y los cohetes de las 14.00 anuncian las fallas y el comienzo de la primavera. Por fin salimos de la época del frío y la noche, donde el ocio entre semana se reduce a ver alguna peli en el ordenador al salir del trabajo. Se acerca la época de las golondrinas volando al ras como cazas de combate y empieza apetecer tomar cañas en un bar de la playa. Pequeñas y grandes cosas de las que se pueden disfrutar casi gratuitamente. De ahí que me encantase el pensamiento de "El Sordo", uno de los personajes del libro "Por quién doblan las campanas" de Ernest Hemingway, en el momento en que espera en la cima de una montaña, acurrucado tras su caballo muerto, las bombas de aviones fascistas:

Morir no tenía importancia ni se hacía de la muerte ninguna idea aterradora. Pero vivir era un campo de trigo balanceándose a impulsos del viento en el flanco de una colina. Vivir era un halcón en el cielo. Vivir era un botijo entre el polvo del grano segado y la paja que vuela. Vivir era un caballo entre las piernas y una carabina al hombro, y una colina, y un valle, y un arroyo bordeado de árboles, y el otro lado del valle con otras colinas a lo lejos.

martes, 11 de marzo de 2008

sobreviví al descarrilamiento de un tren

Hay cosas en la vida que es poco probable que te pasen, pero a veces... pasan. No creo en el destino pero si en la probabilidad de que algo te suceda o no. Por ejemplo, si juegas a cara y cruz con otra persona tienes el 50 % de probabilidades de ganar, sin embargo si juegas al gordo de navidad tienes una sola posibilidad entre 31.625.100. Claro, si te toca el gordo no esta mal decir que has tenido una suerte que te cagas pero si sale cara o cruz pues bueno, has tenido suerte pero tampoco tanta, era bastante probable.

Según esto, el sábado pasado tuve una mala suerte que te cagas porque me sucedió algo muy poco probable. Conozco personalmente a familias que le han tocado el gordo de navidad pero jamás había conocido a nadie que le hubiese descarrilado el tren donde viajaba. Joderrrrrrr, que mala suerte.

Como muchos ya sabéis cojo con frecuencia el regional Express de Valencia a Alicante. En ese tren he vivido muchas experiencias, algunas normales y otras no tanto, como el niño cojonero que se dedica a correr por el pasillo y a patalear los respaldos, un borracho que cada cinco minutos se levantaba a vomitar, un yonki con el mono que en mitad del campo a las 22.30 detiene el tren con parada de emergencia según él porque se había equivocado de destino, tres marroquíes poniéndose hasta las cejas de coca en los aseos,... y seguro que se me olvida algo, pero jamás había pensado que el tren podría descarrilar conmigo dentro.

La causa del descarrilamiento fue por un rebaño de ovejas que pasaba por un paso a la vez que el tren. No se si tuvo la culpa el pastor o el conductor pero el tren empezó a llevarse ovejas por delante (un total de 45 según las noticias) como moscas en el parabrisas de un coche, hasta que consiguió salirse de la vía por los botes que le provocaban las pobres ovejas que saltaban en pedazos (no es broma) a medida que el tren atravesaba de lado a lado el rebaño.

Al final no hubo heridos ni nada grabe, salvo las ovejas.

Como se que ninguno de los que vais a leer esto os ha pasado en la vida algo así (excepto Maxi que iba conmigo) os voy a contar la experiencia:

Como habitualmente hago los fines de semana cogí el sábado el regional Express de las 16:20 de Valencia a Alicante. En el andén casualmente me encontré con Maxi, cantante y guitarrista del grupo The Crashed Bones que pusieron la B.S.O. a nuestro corto Conciencia Basura. Los dos nos sentamos juntos en el vagón de en medio (ese tren suele tener solo tres vagones) y estuvimos contándonos cosillas de cómo les iba el grupo y a nosotros el corto.

El viaje son dos horas y da tiempo para hablar, leer y dormir. Mientras, atraviesas la zona sur de la provincia de Valencia llena de huerta (naranjos sobre todo, algo típico) y luego pasas a divisar los castillos de Villena, Sax y Petrer de la provincia de Alicante, hasta que por último divisas el castillo de Santa Bárbara de la ciudad de Alicante a la altura de San Vicente, momento donde te espabilas y te preparas para la llegada. Justo a la altura de San Vicente es donde el pobre pastor pensando en sus cosas y disfrutando de la buena tarde cruzaba por un paso señalizado con todas sus ovejas mientras estas en grupo berreaban alegremente. Posiblemente el conductor del tren las vio a lo lejos pero como sabéis un tren no frena inmediatamente, necesita un recorrido bastante largo. Así que supongo que el conductor al ver el rebaño pensó en positivo y en la chuletada que se iba a zampar por la cara, gracias al ostión que les iba a arrear con el tren.
Visto desde dentro, el tren empezó a botar fuertemente durante unos segundos y después se empezó a notar bajo los pies piedras que golpeaban al suelo a la vez que una humareda blanca envolvía las ventanas exteriormente, todo ello acompañado con un ruido de golpes y chirridos. En ese momento, cuando todos los pasajeros estaban expectantes con cara de “no me lo puedo creer”, Maxi me dijo lo mismo que yo estaba pensando, “¿Qué esta pasando?” En ese momento vi a través de la ventana de la puerta que comunica el primer vagón con el nuestro como el primer vagón estaba torcido pegando unos botes que no veas, a lo que le dije a Maxi, “¡Joder, estamos descarrilando!” Seguidamente, por acto reflejo, nos agarrarnos al respaldo del asiento de delante.

No recuerdo si grito mucha gente porque la verdad es que mi cuerpo estaba totalmente a cien por hora expectante de que es lo que iba a suceder a continuación para estar preparado a donde tenía que agarrarme por si el vagón volcaba.

El tren tardo un huevo en pararse además que en este tipo de ocasiones dicen que todo se ralentiza. Una vez detenido el tren todo el mundo estaba en shock, renderizando toda la información para sacar conclusiones, a lo que un chaval joven se levantó rápidamente diciendo en voz alta, “yo me bajo de aquí a ver si viene otro tren y nos da”. Como los pájaros que salen despavoridos por el sonido de un disparo toda la gente del vagón empezó a entrar en pánico y a salir por patas. Hubo un momento de instinto de supervivencia donde una mujer mayor se puso a bajar del tren asustada y gritando por el miedo a caerse obstaculizando al resto de pasajeros que se amontonaban y empujaban para salir por la misma puerta. La mujer no dejaba de soltarse de la puerta por miedo, y un chico joven la intentaba tranquilizar y la ayudaba a bajar. En ese momento se me paso por la cabeza, no lo hice supongo porque no me encontraba muy nerviosos e inseguro, pero no niego que por un momento se me pasó por la cabeza como la multitud, incluyéndome a mí, pateábamos a la mujer para quitarla de en medio. No se si tener ese tipo de pensamientos me convierte en una mala persona pero me da que si en el vagón hubiese habido fuego o algo peligroso, esa mujer que no se soltaba de la puerta y que obstaculizaba la salida, hubiera sido pisoteada por el resto de pasajeros.

Conclusión: voy a jugar al gordo de navidad a ver si me toca, hay que mantener la calma y no contagiar el pánico, y no obstaculizar una salida de emergencia en caso de emergencia.

Aquí os dejo unas fotos del tren. Tengo también fotos de lo que quedó de las ovejas a lo largo de la vía pero creo que sería de mal gusto colgarlas, ya que ovejas enteras era lo menos abundante. Y el olor que desprendían no lo os podéis ni imaginar.

Sobreviví al descarrilamiento de un tren, algo bastante improbable, eso es tener muy buena suerte. Al final parece que la suerte es buena o mala según como se mire.